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jueves, 12 de junio de 2014

De Frankenstein a los Estados Unidos de América


Recientemente terminé de leer "Frankenstein o el Prometeo moderno" de Mary W. Shelley. Conocía la historia, pero no había tenido oportunidad de leerla (siempre se atravesaba otra que leer o escribir). Esta magnífica obra explora, tal y como dice el prólogo de la edición que leí, temas como: "…la moral científica, la creación y destrucción de vida y la audacia de la humanidad en su relación con Dios. De ahí, el subtítulo de la obra: el protagonista intenta rivalizar en poder con Dios, como una suerte de Prometeo moderno que arrebata el fuego sagrado de la vida a la divinidad…". No podría haberlo dicho mejor.

Ahora bien, mientras leía la novela, no pude evitar establecer una relación entre el protagonista Victor Frankenstein y los Estados Unidos de América. Antes de continuar, debo aclarar que estas palabras que escribo no son una crítica a los Estados Unidos en particular, pues estoy seguro que si ellos no fueran la potencia dominante del mundo en que me tocó vivir, lo sería otra (rusos, ingleses, chinos, indios, japoneses, alemanes), que probablemente, en tanto la ambición sea su guía, incurrirían en los mismos errores u otros peores. Sí creo que los estadounidenses, americanos o gringos (escoge como quieres llamarlos) no son "the good guys" que ellos creen ni los "demonios" que otros piensan. Los pongo de ejemplo por ser el "imperio" bajo el que estamos sometidos, un "imperio" que influye en el mundo entero, un "imperio" que impone por igual sus valores y antivalores, un "imperio" que ya muestras los mismos síntomas de decadencia social, económica, ambiental y principalmente moral,  que llevó al colapso de sus antecesores, un "imperio" que actualmente es la carcasa maloliente de lo que un día fue un gran y promisorio país, un "imperio" que el día que caiga, arrastrará a todos los países con él.

Al leer la historia, el personaje de Victor Frankenstein me resultó fascinante y comparable con los Estados Unidos por su inclinación a desafiar a Dios y a crear monstruos que luego se volvieron contra su creador, dañando a sus seres queridos y volviéndolo medio loco. ¿Crear monstruos? Sí, digo crear monstruos pues son fruto de esa sociedad y de sus intereses. Y es que lamentablemente son tantos, que es básicamente imposible predecir de qué clase serán. 

Empecemos con los monstruos que ya han creado. Mencionemos los más pequeños: estudiantes que deciden realizar masacres en centros de estudios, eventos deportivos o en plena calle; ciudadanos inconformes que decidieron volar edificios federales; terroristas que antes de atacar a los Estados Unidos, fueron apoyados y entrenados por ellos mismos. Estos tipos de monstruos, a pesar de que son letales, usualmente son rápidamente perseguidos, y a diferencia de la novela, prontamente suprimidos (con excepción de Osama bin Laden, que luego de 2 guerras, miles de millones de dólares y muchas muertes, lo encontraron en un país distinto del que lo estaban buscando).  

Pero no son de la única clase. Hay otros más grandes. La guerra la podríamos considerar otra creación monstruosa. Tomemos por ejemplo la de Iraq. La justificación de iniciarla fue porque Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva (bueno, por lo menos esa fue la excusa). Al final, luego de un determinado número de muertes de estadounidenses (de quienes se saben sus  nombres, dónde, cuándo, cómo murieron y en qué lugar fueron enterrados) y de un indeterminado número de muertes de iraquíes (de quienes en la mayoría de los casos no se sabe quiénes eran, ni dónde, cuándo, cómo murieron ni en qué lugar fueron enterrados) resultó que no había armas de destrucción masiva. Iraq quedó destruido y en una anarquía que nadie quiere reconocer. ¿Fueron los Estados Unidos y sus aliados llamados a cuentas? Por supuesto que no. Aquí también cabe preguntarnos de qué sirve la ONU en esos momentos. No, no digo que no sirvan, sólo digo que en momentos realmente importantes se vuelve una entidad totalmente inoperante, sino, reafirmemos este pensamiento con la reciente anexión de Crimea por parte de Rusia, o las pretensiones y agresiones de China sobre sus vecinos por disputas de un mar que reclaman como propio. Al final del día, de qué sirven las Naciones Unidas si se convierten en una especie de marioneta de las grandes potencias que tienen derecho de veto, lo que impide tomar medidas que solucionen conflictos antes de que exploten, conflictos que el día de mañana pueden convertirse en un incontrolable monstruo.

Bueno, me  desvié un poco del tema. Volvamos a los Estados Unidos. Pensemos ahora en monstruos no tan violentos. ¿Qué tal la vigilancia hecha a propios y extraños, a amigos y enemigos, por parte de La Agencia de Seguridad Nacional (NSA)? En el país referente de la libertad del individuo, eres totalmente libre y eres totalmente vigilado. ¿Puede algún día convertirse toda esta vigilancia en una creación monstruosa, como el Gran Hermano de la novela de George Orwell

Tal vez el monstruo surja con el desarrollo de un arma que se sale de control (Bueno, esta posibilidad la desarrollé en mi novela "El ocaso del Águila". Esperemos que siga siendo eso, sólo ciencia ficción). En todo caso, hablemos de las nuevas armas que se inventan. ¿Qué tal los robots asesinos? Evidentemente los Estados Unidos de América, al igual que el resto de los países que están en la carrera armamentista, buscan desarrollar armas cada vez más letales para aniquilarse unos a otros. ¿Y los vehículos aéreos no tripulados mejor conocidos como "drones"? Es posible que el día de mañana un "drone" que carga un arma de destrucción masiva se salga de control? Y si los "drones" se utilizan en el futuro para usos civiles, ¿podrá mañana un "drone" cargar desde una pizza hasta una pequeña bomba casera o algo más letal? ¿O el próximo monstruo podrá pensar por sí mismo, como es el caso de la inteligencia artifical? Muchos científicos han advertido que su creación podría conllevar el fin de la raza humana. Ni siquiera voy hablar de las armas químicas o bacteriológicas que se encuentran estratégicamente escondidas (esas que categóricamente se afirma no existen), cada una de las cuales tiene implicaciones terribles.

Pero las preguntas que me inquietan son: ¿cuándo crearán el monstruo que no puedan controlar? ¿cuándo aparecerá el monstruo que no sólo matará a sus seres queridos sino su propia existencia y la de sus vecinos?  Y aquí voy a hablar de un monstruo cercano a nosotros, uno que aparece cada cierto tiempo, uno con el que todos nos relacionamos y cuya aparición se vuelve cada vez más violenta: La economía. Sí, la economía que se nutre del capitalismo salvaje de los estadounidenses (del que todos disfrutan, pues pobres y ricos, socialistas y capitalistas, ateos y creyentes, van a los malls), que obliga a que las grandes empresas, esas cuyo valor rivaliza con el de pequeños países, deban cada día valer más y más y más y más, para satisfacer a los accionistas, sin importar el costo. Esta  también puede ser una creación monstruosa cuándo se pierde el control de ella, como sucedió en 2008 (por supuesto este monstruo ya ha aparecido en otras épocas, pero quedémonos en su última aparición). En ese año los Estados Unidos iniciaron una debacle económica que terminó afectando la economía mundial y con muchas personas perdiendo todo: casas, trabajos, matrimonios, empresas, ahorros, salud, confianza, dignidad, etc, y con algunos bancos en quiebra. Pero sólo algunos, pues otras entidades financieras, también en problemas, fueron ayudadas con dinero de los contribuyentes y salieron de la crisis más grandes, fortalecidas y poderosas que antes de entrar a ella. En otras palabras, entidades que ya tenían problemas de "obesidad" salieron de la crisis aún más "obesas".

Pero lo problemático de la economía de los Estados Unidos de América, es que tiene en ella un monstruo que cada vez se hace más grande, un monstruo que exige alimento a cualquier costo, un monstruo avaracioso e insaciable que daña el medio ambiente sin importar si se contamina el agua y el aire, un monstruo salvaje que está afectando el clima del planeta, un monstruo que impide que se tomen acciones para detener la contaminación que nos está matando, pues cualquier acción implica que la economía no crezca, y con ello, los dirigentes se vuelven impopulares, y nadie quiere ser impopular aun y cuando ello implique ir de cabeza al abismo. No soy economista, no sé de economía (aunque los llamados economistas tampoco parecen saber mucho de ella) pero sé que si la economía sigue avanzando por el camino que va, implicará la destrucción del medio en que vivimos.

Puede que pienses que soy injusto con los Estados Unidos. ¿Acaso no tienen los demás países monstruos? Por supuesto que los tienen, hasta los más pequeños: Cuba, Venezuela, Costa Rica, todos tienen de algún tipo. El problema con los Estados Unidos de América, es que sus monstruos, al igual que el de Frankenstein, no respetan fronteras, y en cualquier momento, pueden aparecer ante nuestra puerta, sin que podamos hacer nada, pues es muy probable que para ese entonces, ya su creador esté muerto.