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domingo, 4 de septiembre de 2016

La nave espacial (Relato)


Cierra los ojos e imagina que existe una nave espacial enorme, poderosa, imponente, única en su clase, una obra maestra de la ingeniería y la ciencia. Una nave espacial que tomó muchos años, más de los que puedas comprender, en quedar terminada y es tan grande que siempre está en constante cambio, en evolución se podría decir.

Imagina que cuenta con su propia atmósfera y gravedad, con cantidades inimaginables de agua y oxígeno que son reciclados diariamente, con el fin de sostener toda la vida que habita en ella, la cual es de una diversidad extraordinaria. Imagina que mucha gente vive en su interior, con el fin de que pueda ser tripulada ininterrumpidamente, navegando y explorando el espacio sideral. Imagina que sus tripulantes originales murieron hace mucho tiempo, pero sus descendientes y los de estos han continuado operándola luego de miles de años.

Imagina que tiene enormes ventanales que permiten ver los planetas, estrellas y demás maravillas que existen en el Universo. Ahora imagina que algunas de esas maravillas son peligrosas: radiación, vacío sin vida, grandes rocas que la pueden golpear y causarle grandes daños. Imagina que en alguna ocasión eso ocurrió. Imagina que una de aquellas rocas chocó con la nave y sus defensas fueron ineficaces para detenerla, lo que causó estragos de toda clase. Imagina que mucha vida se perdió, pero aun así la nave sobrevivió y continuó desplazándose por el espacio, a una velocidad de cientos de miles de kilómetros por hora, sin aminorar su marcha.

Imagina que de pronto surge un problema insospechado que no se sabe que lo causó. Tal vez algún microbio desconocido, una bacteria que vino del espacio o simple egoísmo. No hay seguridad. Imagina que sus tripulantes olvidan que viajan en esa nave espacial y se empiezan a comportar de forma irracional: dañan las cañerías por las que se desplaza el agua y aire que tanto necesitan, con tal de vender el material y obtener una mísera ganancia; construyen fábricas y máquinas que destruyen y contaminan todo a su alrededor, provocando que los planetas y estrellas que antes se veían, ahora queden ocultos bajo una sucia, maloliente y oscura niebla.

Imagina que esas personas, con tal de adquirir los materiales de lo que está hecha la nave, empiezan a pelear entre ellos, de forma cada vez más violenta, sin analizar las consecuencias catastróficas que provocan sus acciones, como daños en el delicado sistema de control del clima. Imagina que también se les ocurre cazar indiscriminadamente los otros tipos de vida que habitan en la nave, provocando que algunas especies desaparezcan para siempre, alterando de esa forma el equilibrio natural que se diseñó desde el momento en que la nave se construyó.

Imagina que las consecuencias son cada vez más nefastas: un descontrol en la temperatura que aumenta día con día, contaminación del aire y del agua, pérdida de vidas. Imagina que hay tripulantes que se dan cuenta de lo que ocurre y lo quieren arreglar, pero otros se oponen, negando que exista problema alguno, cuando en realidad lo único que tienen es miedo de ver afectadas sus ganancias. Imagina que los daños son cada vez más graves en los sistemas de defensa y la radiación se filtra lenta pero peligrosamente. Imagina que no existen otras naves a donde escapar, pues las que se construyeron tuvieron graves defectos: demasiado grandes, muy pequeñas, extremadamente calientes, terriblemente frías, sin aire, sin agua, sin vida.

Ahora deja de imaginar. Abre los ojos y recuerda que te encuentras en esa hermosa y esférica nave azul, la cual mantiene tus pies sobre la superficie cada día que te levantas, que se extiende más allá del horizonte por el que se esconde la luz que la ilumina y si aún tienes la dicha, en las noches te permite ver el enorme espacio por el que viaja. Recuerda que eres un miembro de esa tripulación que opera la nave espacial llamada Tierra, la cual podría ser la última, si no haces algo para que todos recuerden eso tan importante que han olvidado.




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