Cierra los ojos e imagina que existe una nave
espacial enorme, poderosa, imponente, única en su clase, una obra maestra de la
ingeniería y la ciencia. Una nave espacial que tomó muchos años, más de los que
puedas comprender, en quedar terminada y es tan grande que siempre está en constante
cambio, en evolución se podría decir.
Imagina que cuenta con su propia atmósfera y
gravedad, con cantidades inimaginables de agua y oxígeno que son reciclados
diariamente, con el fin de sostener toda la vida que habita en ella, la cual es
de una diversidad extraordinaria. Imagina que mucha gente vive en su interior, con
el fin de que pueda ser tripulada ininterrumpidamente, navegando y explorando
el espacio sideral. Imagina que sus tripulantes originales murieron hace mucho
tiempo, pero sus descendientes y los de estos han continuado operándola luego
de miles de años.
Imagina que tiene enormes ventanales que
permiten ver los planetas, estrellas y demás maravillas que existen en el
Universo. Ahora imagina que algunas de esas maravillas son peligrosas:
radiación, vacío sin vida, grandes rocas que la pueden golpear y causarle
grandes daños. Imagina que en alguna ocasión eso ocurrió. Imagina que una de
aquellas rocas chocó con la nave y sus defensas fueron ineficaces para detenerla,
lo que causó estragos de toda clase. Imagina que mucha vida se perdió, pero aun
así la nave sobrevivió y continuó desplazándose por el espacio, a una velocidad
de cientos de miles de kilómetros por hora, sin aminorar su marcha.
Imagina que de pronto surge un problema
insospechado que no se sabe que lo causó. Tal vez algún microbio desconocido,
una bacteria que vino del espacio o simple egoísmo. No hay seguridad. Imagina
que sus tripulantes olvidan que viajan en esa nave espacial y se empiezan a comportar
de forma irracional: dañan las cañerías por las que se desplaza el agua y aire
que tanto necesitan, con tal de vender el material y obtener una mísera
ganancia; construyen fábricas y máquinas que destruyen y contaminan todo a su
alrededor, provocando que los planetas y estrellas que antes se veían, ahora
queden ocultos bajo una sucia, maloliente y oscura niebla.
Imagina que esas personas, con tal de adquirir los
materiales de lo que está hecha la nave, empiezan a pelear entre ellos, de
forma cada vez más violenta, sin analizar las consecuencias catastróficas que provocan
sus acciones, como daños en el delicado sistema de control del clima. Imagina
que también se les ocurre cazar indiscriminadamente los otros tipos de vida que
habitan en la nave, provocando que algunas especies desaparezcan para siempre, alterando
de esa forma el equilibrio natural que se diseñó desde el momento en que la
nave se construyó.
Imagina que las consecuencias son cada vez más
nefastas: un descontrol en la temperatura que aumenta día con día,
contaminación del aire y del agua, pérdida de vidas. Imagina que hay tripulantes
que se dan cuenta de lo que ocurre y lo quieren arreglar, pero otros se oponen,
negando que exista problema alguno, cuando en realidad lo único que tienen es
miedo de ver afectadas sus ganancias. Imagina que los daños son cada vez más
graves en los sistemas de defensa y la radiación se filtra lenta pero peligrosamente.
Imagina que no existen otras naves a donde escapar, pues las que se construyeron
tuvieron graves defectos: demasiado grandes, muy pequeñas, extremadamente
calientes, terriblemente frías, sin aire, sin agua, sin vida.
Ahora deja de imaginar. Abre los ojos y recuerda
que te encuentras en esa hermosa y esférica nave azul, la cual mantiene tus
pies sobre la superficie cada día que te levantas, que se extiende más allá del
horizonte por el que se esconde la luz que la ilumina y si aún tienes la dicha,
en las noches te permite ver el enorme espacio por el que viaja. Recuerda que eres
un miembro de esa tripulación que opera la nave espacial llamada Tierra, la cual
podría ser la última, si no haces algo para que todos recuerden eso tan
importante que han olvidado.
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